Sabemos que muchos de nosotros estamos aprovechando este confinamiento para reflexionar, para cuidarnos, para gestionar rutinas y para dedicar tiempo a cosas que no siempre cabían en el día a día. Sabemos también que puede ser un proceso solitario, y que está haciendo darnos cuenta de que extrañamos mucho el contacto con los demás y ser muy conscientes de la importancia y del valor de todas las manifestaciones culturales.

Podemos quedarnos en casa, pero no podemos dejar de pensar o de compartir experiencias. Y merece la pena que, de algún modo, registremos lo que nos está pasando para tratar de entenderlo, de entendernos, en el futuro.

El tiempo es (o parece) muy lento para los que esperan, encerrados y aislados, que la vida cotidiana vuelva a la “normalidad” previa a la llegada del coronavirus. Usar el tiempo para escribir o leer, mitigan algo de la angustia, un recurso como diría la escritora Virginia Feinmann, pude ser escribir un diario de cuarentena. Escribir de algún modo es decir ‘estoy acá’ y que haya alguien que lee del otro lado es muy subjetivante, muy alentador. Eso ayuda a volver a ser algo de lo que era antes, la escritura puede ser un gran aliado para nuestra Salud Mental y un elemento de gran utilidad para sobrellevar situaciones difíciles.

A lo largo de la historia, las grandes crisis nos han dejado “documentos históricos valiosísimos” a través de diarios personales, como las obras de Daniel Defoe y Albert Camus. Los beneficios de escribir sobre la experiencia personal residen en que las narrativas objetivizan los pensamientos y emociones para analizarlos desde otra perspectiva. Escribir nos ayuda a generar nuevos significados de situaciones que podemos no estar comprendiendo, llevar a cabo un diario y releerlo puede aportar perspectiva y optimismo.

La narratividad explica cómo el “yo del pasado” se convirtió en el “yo del presente” y se convertirá en el “yo del futuro”, conectando la propia historia con el contexto y los demás.
La escritura permite continuar esa narrativa vital y amenizar el paso del tiempo, lo vemos reflejado a esto en el diario de Ana Frank .
Al escribir, uno se convierte en el artífice de esa historia, y eso otorga una sensación de novedad constante particularmente beneficiosa para estos días.

La escritura es un recurso saludable y efectivo para desahogarnos, nos ayuda, para intermediar cuando la realidad es desconocida e incierta. Ese mediadora; nos permite dar sentido y hacer familiar lo que es por definición extraño y nos inquieta. Es nuestro primer recurso psicológico para vencer a la peste mas contagiosa de la humanidad “El Miedo”.