Mi nombre es Celeste Díaz, tengo 27 años, soy madre, docente y atleta (éste último desde que tengo memoria). Hace casi 2 años (02/10/2018) fui víctima de un siniestro vial en el cual perdí parte de mí pierna derecha; a partir de ese momento no tenía idea del cómo iba a hacer para continuar con mi vida “normal”, ¿Cómo iba a acompañar a mi hija al colegio; cómo podría pararme al frente de una clase; cómo haría para correr de ahora en adelante sin una pierna? ¿Cómo o cuándo iba a poder volver a la ser lo que era y a hacer lo que hacía?

No tenía la más mínima idea de cómo iba a ser mi vida a partir de ese momento, pero lo que sí sabía desde un principio era que tenía lo suficiente como para seguir adelante y plantearme nuevos objetivos en mi vida, por ejemplo, el ponerme nuevamente de pies y volver a caminar lo antes posible. El tiempo que pasé dependiendo de unas muletas para poder caminar y de mi familia y amigos para realizar ciertas actividades que a diario lo hacía con total normalidad y en ese entonces no podía, aprendí a valorar las cosas simples de la vida, las cosas que realmente son significantes cuando no están a tu alcance, como el poder levantarte de la cama en las mañanas y caminar hasta el baño para cepillarme los dientes. Comprendí lo afortunada que era en ese tiempo donde podía salir a correr un día de lluvia que tanto me gustaba y ahora sólo era un lindo recuerdo porque no sabía si algún día volvería a hacerlo.

Con el tiempo, entendí que aún sin mi pierna era afortunada, tenía muchísimas cosas para estar agradecida de la vida, principalmente eso, estar viva, estar presente en la vida de mi hija y de mi familia, como así también tenía los recursos para poder cubrir los gastos en salud, y toda una sociedad apoyándome a mí y a mi familia ¿Qué más podía pedir?

Como dije anteriormente, mi primer objetivo fue caminar y me esforcé a diario para logarlo, sorprendentemente a los dos meses de aquel día, luego de pasar por varias intervenciones y rehabilitación volví a caminar. Mi segundo objetivo y el cual veía casi imposible de lograr, era volver a correr, sin embargo, después de 7 meses de haber vuelto a caminar tuve la suerte de contar con el apoyo de personas maravillosas que me ayudaron a hacer realidad ese sueño que creía inalcanzable. El día que volví a correr me sentí completa nuevamente, sólo me faltaba retomar con mi trabajo para terminar de responder aquellas preguntas que eran una incertidumbre en el principio de todo, y al cumplir el año el día 2 de octubre del 2019 recibí el alta laboral y volví a trabajar. Entonces comprendí que las palabras PACIENCIA, PERSEVERANCIA, RESILIENCIA, ESFUERZO Y GRATITUD formarían siempre parte de mi vida y de mi historia, gracias a todo eso hoy estoy donde estoy y tengo todo lo que tengo.

Estoy a días de cumplir los dos años de mi nueva vida, dos años en los cuales hice más cosas que nunca, aprendí lo que no hubiese aprendido nunca en la vida de no ser por lo que me pasó. Estos meses de cuarentena fueron meses de aprendizaje para muchos, porque así es la vida, un aprendizaje continuo, aprendimos a valorar lo que normalmente teníamos y nos fue arrebatado debido la pandemia, apuesto a que en un momento han sentido como que les cortaron las piernas, han deseado más que nunca salir a hacer actividad física o simplemente respirar aire puro, visitar a sus abuelos, abrazar a un amigo, compartir con esa persona a la cual tantas veces han rechazado creyendo que tendrían todo el tiempo del mundo para hacerlo, pero déjenme decirles algo… No tenemos tiempo, no sabemos hasta cuando estaremos en este mundo, hoy estamos, pero mañana quizás ya no, la vida puede cambiar de un segundo para el otro (sé bien porque lo digo) entonces disfrutemos y vivamos del presente, del hoy y ahora, el mañana es una incertidumbre, si tienes objetivos esfuérzate por ellos porque no son imposible de lograr, lo único imposible es aquello por lo cual no luchas. Cuando todo esto pase, espero que hagan todo lo que desearon hacer en todo este tiempo, sea lo que sea.

Estos son momentos para reflexionar y agradecer lo mucho que tenemos, disfrutar de las cosas simples, pero más valiosas que nos da la vida.